Prohibido decir no a las luchas

7:45 p.m. Ricky Nava 0 Comments

 

por Naomi Rodd.





Anteriormente había presenciado Lucha Libre cuando tenía aproximadamente 6 años, lo poco que recuerdo es muy vago y borroso. Gritos de apoyo, mentadas de madre al aire y la vista limitada que tenía por mi estatura que solo veía pies que se elevaban en el aire de vez en cuando, entonces básicamente el pasado 26 de marzo fue mi primera vez asistiendo a un show de Lucha Libre.


Quería salir de mi zona de confort y por cosas del destino mi hermana me invitó al primer aniversario de SCW; y no voy a mentir, tenía mis dudas, ¿de verdad quiero estar encerrada en el Salón Arena (Morelia) junto a muchísima gente sudando y gritando por unas peleas arregladas?, era lo que pensaba, igual acepté.


Llegando al lugar, desde afuera se podía escuchar el ambiente, la música, las porras, el vendedor de cerveza; la vibra era bastante fuerte, tanto, que mi cuerpo la estaba captando, empecé a sentir la emoción y mis ganas de entrar se manifestaban en mi estómago, ya quería ver lo que estaba pasando.


Al entrar, nos jalamos unas sillas y nos sentamos donde quisimos. A pesar de estar emocionada, me sentía muy fuera de lugar, aunque todos ya estaban en sintonía con el ambiente, yo estaba shockeada viendo sus fuertes emociones reaccionando al show.


Tardé en captar la onda, me centré en ver con atención y pude observar que hay todo un mecanismo para todos los movimientos que hacen. Desde calcular cuánto se tienen que elevar al brincar para poder hacer una pose en el aire y caer con el suficiente estilo y fuerza para dar el siguiente golpe, hasta saber con cuánta intensidad deben aventarse hacia su contrincante sin que se convierta en una actividad mortaly me cayó el veinte, lo que estaba viendo se trataba de todo un deporte y considero que también un arte.


Mientras veía como hacían todas esos brincos y acrobacias adornadas con los reflectores de luz, empecé a sentir la necesidad de externar las emociones que me estaban ocasionando, empecé a gritar y echar porras, sobre todo a Poison Jr. que fue uno de los luchadores que me flechó con su lucha, su contrincante fue Travis Banks y fue un rato emocionante.


En medio de los gritos, voltee a mi lado derecho y estaban unos niños que eran hermanos supongo, la niña era la mayor y el menor, quién hasta su máscara traía puesta, tenía aproximadamente unos 5 años, igual de emocionados que yo estuvimos gritando y disfrutando el show, fue curioso darme cuenta que no importa la edad para poder conectar con la emoción que este genera, y solo pensé en lo mucho que me perdí aquella vez de cuando tenía 6 años y no podía ver bien el show.









Y hablando de cosas sorprendentes, el campeonato femenino fue de las cosas que más me gustaron, Princesa Azul fue mi favorita, ella se mostraba bastante ruda y femenina, muchas veces se llega a pensar que estos adjetivos son opuestos, pero no lo son en lo absoluto y este campeonato fue la prueba de ello, hasta me dieron ganas de ser luchadora también.


Igual para mí no todo fue emoción, la pasé bastante preocupada en la ronda de Lucha Libre Extrema, me tenían con el Jesús en la boca porque había sillas, focos, guitarras, había de todo para golpearse. Hubo bastante sangre y la lucha ya no era solo en el ring, sino cerca del público. Como era mi primera vez, no capté que venían hacia donde yo estaba y mi hermana me gritó para que me quitara de ahí, por poco también me volvía luchadora.


Durante todo ese rato yo estaba con la ceja fruncida y las manos en el pecho, mi hermana se rio de mí, en ese momento deje de creer que las peleas estaban arregladas, ¿por qué alguien estaría de acuerdo en quedar tan lastimado? Un luchador destacable de esta ronda fue Alocer, su espalda estaba llena de heridas de focos rotos que azotaron contra él, le pegaron con la silla varias veces y siempre volvía a levantarse para seguir con la lucha con la misma energía.





Al final nos acercamos con él y muchos le pedimos una foto, su voz era bastante suave, “no te abrazo porque luego te lleno de sangre”, me dijo y solo pensé, ¿Cómo alguien tan rudo podía ser tierno?, muy curiosas las dualidades de ese mundo.


Y bueno, mi pensamiento final fue que estar encerrada en el Salón Arena junto a muchísima gente gritando, sudando por la emoción y pasándola bien fue una de las mejores decisiones que pude tomar, porque para mí ir significó descubrir un mundo nuevo dentro del deporte, encontrar otras formas de arte y hasta un momento de desestres y por ello, nunca le diré que no a un rato para la luchas.






Quizás tambien te interese