La Pluma Blanca: Anton Szandor LaVey

9:45 p.m. Unknown 1 Comments

Fuente: Wikipedia.org


“La vida es la gran satisfacción de las pasiones. La muerte es la gran abstinencia. Por lo tanto, sácale el mayor provecho a la vida, ¡aquí y ahora!”


No, no es una frase sacada de un libro de superación personal de Carlos Cuauhtémoc Sánchez. Tampoco se trata de alguna canción bailable de sábado por la tarde. Lo cierto es que, como todo buen showman, LaVey gustó de utilizar elementos fáciles, digeribles, palabras amigables y símbolos icónicos de la cultura pop, que debidamente manejados (y distorsionados) le permitieron edificar ese halo de misterio que rodeó su persona, su mito… su leyenda.

Mientras el mundo perseguía, deslumbrado, a íconos de los años 60’s como Marilyn Monroe o The Beatles, y un bien seguro de su éxito John Lennon aseguraba ser “más grande que Jesucristo”, en la madrugada del 30 de Abril de 1966 un hombre despojaba su cabeza de todo rastro de cabello, quizás como una forma de desnudar su mente y sus ideas a una nación que necesitaba, a todas luces, despejarse del estado colectivo mental en que se encontraba a causa del reciente auge de la cultura pop y de acontecimientos como la guerra de Vietnam. Fue quizás esa dualidad tan marcada en la cultura estadounidense la que motivó al hombre nacido bajo el nombre de Howard Stanton Levey a crear una nueva corriente de pensamiento, disfrazada bajo el nombre de “Iglesia de Satán”.

Influenciado por las historias y leyendas contadas por sus antepasados rumanos, alsacianos, alemanes y franceses, y por las mismas influencias ideológicas de Rand, Nietzsche y Crowley, desde sus años de estudiante desarrolló las bases de lo que sería su ideología. Abandonando los estudios, comenzó a trabajar como peón, músico, organista de clubes nocturnos y cirquero. Fue esa combinación de misterio y magia la que le ayudo a adquirir fama local para posteriormente lograr infiltrarse en los altos círculos de la sociedad estadounidense, y así popularizar la Iglesia de Satán, logrando conseguir importante difusión en distintos medios, así como por medio de artistas de la época como Jhon Raymond y Judith Case.

Sin embargo, y algo es seguro, es que lo que la sociedad de su tiempo, sus detractores, e incluso muchos de sus “fans” no pudieron hacer fue percatarse es que, el satanismo, no trata acerca de adorar al Diablo. Ni siquiera considera remotamente la posibilidad de que éste exista. Tampoco realiza sacrificios o venta de almas. El satanismo trata de la autoadoración y autocomplacencia llevadas a cabo bajo una perspectiva de consciencia y respeto a la vida (¿cómo que entonces no sacrifican borregos y vacas?).

Fuente: encyclopediasatanica.wordpress.com

Éste interesante conjunto de ideas toma como elementos principales el “rito” y la “magia”, bajo el argumento que éste tipo de herramientas son las que han permitido a las religiones perpetuar su poder sobre la vida de las personas por siglos y que, por ende, deben ser utilizados por aquéllas personas que no permanezcan a gusto siguiendo cualquier religión. El satanismo laveyano es más cercano al ateísmo, en ese sentido, y ciertamente de satánico únicamente tiene el nombre.

Bajo preceptos “escandalosos” como la ley del talión y la autocomplacencia, ésta corriente invita a los curiosos que decidan acercarse a conocerla, a preponderar su persona por sobre las demás y no en una actitud egocéntrica, sino como un básico instinto de supervivencia. Invita a respetar la vida propia y las vidas ajenas, así como la voluntad de las personas sobre las decisiones. Habla de la libertad, pero al mismo tiempo de la responsabilidad que cada acción que se realiza conlleva. En perspectiva, esto puede seguir vigente, incluso en la sociedad actual.

LaVey comprendió perfectamente que la impresión y el “shock” es, muchas veces, la mejor forma de habitar y penetrar en la mente de las personas. Utilizando teatralidad, logró popularizar sus obras, a las cuales invitamos, a nuestros lectores, a que se animen a acercarse y descubrir un poco más acerca de ésta interesante corriente.

A continuación, como una pequeña "probada", incluimos algunos de los "mandamientos" bajo los cuales se rige:

"1. No des tu opinión o consejo a menos que te sea pedido.
(Así evitarás hablar en momentos inadecuados, ser tachado de precipitado y ganarás tiempo para formar una respuesta u opinión más sólidas y creíbles)

2. No cuentes tus problemas a otros a menos que estés seguro que quieran oírlos.
(Aún en el caso de querer, no cuentes tus miedos y debilidades a una persona que no conozcas, ya que puede utilizarlos en tu contra; al igual que cualquier información que obtenga de ti)

3. Cuando estés en el hábitat de otra persona, muestra respeto o mejor no vayas allá.
(Si eres invitado tanto como si no, nunca debes destruir el hogar o la morada de alguien, animal o persona, pues eso es algo sagrado, con la única excepción de que sea por venganza contra un enemigo)

..."

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