A UNA REJA DEL FUTURO: Relato de una entrega de becas fallida.
Becas 2016, el otro lado de la moneda.
A continuación les dejamos un relato escrito por una de las tantas personas que hicieron esperar al rededor de cinco horas el día de ayer en la entrega de becas, esto para que al final les dijeran que regresaran a sus casas porque ya no serían atendidas.
Llego tarde casi
siempre, la puntualidad no es lo mío, pero hoy era diferente, porque se trataba
de mi futuro, y según todos estoy en edad de ya pensarlo, de tomarlo en serio.
Entonces dije: hoy seré puntual. La cita se concertó desde el jueves 28 de abril
cuando recibí varios correos: uno para notificar que era beneficiaria de la
Beca Futuro 2016, otro para detallar la documentación necesaria y otro más para
informar que la entrega sería el domingo 1° de mayo a las diez de la mañana en
la Unidad Deportiva Bicentenario de la ciudad de Morelia.
Llegué algunos minutos
antes de las nueve, ya había filas inmensas, no podría decir la cantidad exacta
pero claramente eran miles, todos, como yo, habían estado al tanto de la
publicidad y sabían que el aproximado de beneficiaros ascendía a más de 30 mil.
Si el evento estaba
programado para las diez de la mañana no me importaba esperar una hora, o quizá
hora y media (el mexicano tiene fama de impuntual), estaba en la fila con
algunos compañeros de escuela, avanzábamos a pequeños pasos, la gente llegaba
para hacer cada vez más larga la línea, algunos entraban al auditorio, algunos
realmente no sabíamos cómo es que se estaba procediendo, pero las indicaciones
implícitas eran claras: había que esperar.
Pasadas las diez de la
mañana apenas habíamos avanzado unos cuantos metros, que parecían nada con la
cantidad de gente que nos antecedía y nos seguía. Algunos corrieron a otras
entradas que cerraron casi al momento en que te dabas cuenta de su existencia,
ellos entraron, nosotros preferimos no perder el lugar.
El calor aumentaba,
algunos no habían desayunado, la sed se hacía presente, pero aún no sabíamos
cuál era exactamente el motivo de nuestra espera. Pasadas las once se escucharon
voces de micrófono desde dentro del auditorio, la banda de guerra, los
aplausos. Avanzamos otros metros, y de repente, nada, la pausa, el alto total.
Afuera se rumoraba que debíamos esperar a que el acto terminara, a que el
invitado de honor saliera para que la fila continuara su rumbo hacia el acceso
principal, eso se calculaba para las doce y media.
El sol estaba en su
punto máximo, debíamos seguir esperando. Adentro las fotos, el testimonio del
cumplimiento y afuera el caos, los gritos, que si ya se metieron, que si los
papás salieron a sacar copias, que la fila no se mueve y los policías amenazan
con cerrar la puerta y no dejar pasar a nadie. Veía cerca la puerta, era
cuestión de esperar otro poco, ya habían pasado cuatro horas, seguro de un
momento a otro lograríamos entrar.
Desconocíamos la manera en que el acto transcurría, se escuchaban gritos de inconformidad adentro, el abucheo, el clásico: eeehh… ¿Para quién? Puedo suponerlo, pero me concentraba en una cosa: Estamos más cerca, y pensándolo ahora me pregunto, ¿Cerca de qué? ¿Del apoyo gubernamental? ¿Del compromiso social? ¿De una oportunidad que nos ayude a mejorar nuestro futuro? o solo cerca de terminar un trámite para poder regresar a casa, a desayunar, a tomarme el licuado que dejé en la mañana por las prisas.
La cara me ardía, los brazos,
el dolor de pies y ningún rincón para sentarte, el asfalto no es un prado
fresco. Alrededor de la una el caos era total, algunos entraban sin siquiera
hacer espera, se aventaban hacia el frente de la fila, las mamás cuidaban a sus
hijos:
-¡A la cola! ¡Que se
formen!-.
No sabíamos a qué
entraban, pero nosotros seguíamos afuera. ¿Por qué? Nadie nos informaba la
situación.
–Esperen, tengan su
documentación en mano para poder agilizar el acceso-.
Ahora sí, pensé, ya es
nuestro turno. Adentro no se veía precisamente orden, otra enredadera de filas,
serpientes sin principio ni fin. Estoy a unos pasos de la puerta. La gente se
queja. Alaridos sin ton ni son. Se cierra la puerta. Apenas sabemos lo que
pasa, entre rumores se dice que hasta ahí se quedará la fila, que a nadie le
han pagado, que adentro está peor. Hasta aquí ya llevaba casi cinco horas de
espera bajo el sol, otros llevaban más de seis, se empujan hacia el frente de
la reja.
No quiero quedarme así,
me rehuso a sentir la impotencia y esta gran pérdida de tiempo,
-Déjanos pasar, estamos
a unos pasos de la puerta. Déjanos siquiera entrar a la sombra-.
No hay respuesta por
parte de nadie, pero sabemos que los policías no abrirán. Salen algunos jóvenes
con playeras de Becasfuturo, nos piden tiempo y que tengamos paciencia, que se
les descontroló la organización. Al poco tiempo sale otra persona diciéndonos
que nos retiremos, que la entrega se hará a partir del miércoles 4 al 15 de mayo
de las 9:00 a las 19:00 horas en la Secretaría de Política Social.
No sabemos si creer o
no, seguimos esperando, estamos en la puerta, después de cinco horas solo
queremos entrar, a eso vinimos. Se repite la información por parte del personal
de auxilio, la inconformidad afuera es demasiada y adentro no se observa
diferencia.
Otro encargado, desde dentro, como los demás, junto a los policías
y gritándonos (el tono y la intención son muy claros) nos pide disculpas, que la
entrega se les escapó de las manos porque, no
esperábamos tanta gente, ¿Será? ¿No se jactaban de la alta respuesta que
había tenido la convocatoria? ¿Acaso no hay anuncios espectaculares presumiendo
a los miles que esta beca va a beneficiar? Me parece increíble que la
organización no tomara en cuenta sus propios logros para la ejecución del
evento, al menos hay que reconocerles su humildad.
Para este punto del día me siento tan harta que por más compostura que nos pedían me parecía irrespetuoso no comprender la situación, ni las disculpas ni los discursos de que solo seguían órdenes me quitaban el ardor de piel. Nos quejábamos, claro, como cualquiera a quien le han faltado al respeto, mi tiempo y bienestar vale el mismo que el del señor gobernador, la diferencia es que a nosotros afuera, contra la reja, nadie nos tomó fotos, ni sonó la banda de guerra ni se nos preguntó una opinión. Decidí retirarme, pese a la impotencia y el enojo, detrás de mí la fila seguía, hasta el final no se escuchaban las indicaciones, pero no saldrían los voceros.
La policía en principio
no era para darnos seguridad:
-Están bien violentos, mejor
no la abran- dijo uno de los policías cuando alguien de dentro sugirió abrir la
puerta.
¿Se cuidan de nosotros?
¿Nos ven como un peligro? ¿A estudiantes, a padres y madres de familia? No sé
mucho del mundo, no soy quien para juzgar, pero recuerden mi voz, mi cara
tostándose al sol y pregúntense: ¿Realmente estoy en el bando de la justicia?
Algunos (dicen otros porque
yo personalmente no lo atestiguo) lograron salir con las manos verdes de
efectivo, otros regresamos, con el ácido del ayuno en la boca, el olor a piel
quemada y las ganas de no volver a ser puntuales.
Relato
escrito por: V. E. H.
Acá les dejamos un video donde se evidencia parte de lo sucedido.
Realmente esperamos que hagan las cosas como lo informaron, así que esperemos que a partir del miércoles 4 al 15 de mayo de las 9:00 a las 19:00 horas en la Secretaría de Política Social, sigan con la entrega de becas.
Fotos tomadas de los facebooks de Silvano Aureoles Conejo e Instituto de la Juventud Michoacana.